miércoles, 5 de diciembre de 2007

Labios



Y de nuevo me sentí querido, deseado, quizás extraño.
Mis ojos de nuevo se iluminaron.
Ese brillo sutil propio de la ilusión, volvió a asentarse en ellos.
Mi piel estremecida, excitada aun no entendía muy bien lo que pasaba.
Mi corazón latía nuevamente a un ritmo que alarmaba mi razón.
La razón no pensó, esta vez por esa sofocación de nuevas sensaciones que bombeaba el corazón.
Y estaba yo de nuevo besando, y mis labios lo entendieron, fueron los únicos que pudieron comprender lo que pasaba.
No se esforzaron en preguntarse con que labios se estaban uniendo.
Y se sintieron bien, cómodos, felices de volver a besar.
Ahora cada día me exigen que vuelva a dejarlos besar a esos labios desconocidos, anónimos, pero complacientes.

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