Cenizas
Una llamada perdida hubiera podido ser esa ceniza que queda alumbrando. De esas que renuncian a apagarse. Las mismas que simplemente todavía creen en el resplandor. No se trata de reprochar y lanzar juicios sin fundamentos, pero sí de entender que se necesita de voluntad para que aquello que sentimos se pueda proyectar en los otros.
Las cenizas se apagaron, fue su decisión, no la mía… algunos sentimientos fueron brotando del pecho. Se quedaron sin aire que respirar y fue así como las ganas de sentir se fueron muriendo, y las páginas que escribí sobre una mesa de su hogar, las fui volviendo ceniza, ceniza que nunca alumbrará…
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