Decibeles
Tranquilamente me desperté de ese sueño cuyos hechos hicieron caer lágrimas en mi almohada. Las palabras fueron hablando por sí solas y el viento fue dejando que ellas complementaran el dolor y la rabia de un problema poco significativo que seguramente me traería consigo muchas más dificultades. Decibeles de ira se apoderaron de aquel sueño que aturdía mi razón. Fue el sabor complaciente de un beso, el que me entró en conciencia. Inmediatamente las palabras se fueron esfumando, las lágrimas secando, pero los hechos quedaron ahí, grabados en la piel, de donde nunca se podrán borrar.
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