Infinito
Llorando me aparté de aquel lugar en donde más que incomodo me sentía mortificado con tu presencia. Caminamos juntos por aquel andén que lleva hacia el parque en donde alguna vez comentamos que sería un lugar ideal para tomarnos un vino y escuchar aquellas canciones que nos acordaban el momento en que nos conocimos.
¡Qué lindo era todo en ese tiempo!, la vida no nos importaba y alabábamos al cielo habernos conocido. Haber cruzado nuestras miradas en esa noche oscura, violada por un sin fin de luces y una fogata que parecía que fuera explotar por la emoción del momento. Me sacan tantas sonrisas pensar en cuando nuestro lenguaje estaba limitado a miradas, y lo que más me gusta es que nunca necesitamos de palabras, ni actos corporales para decir “te quiero”, y “quiero que estés conmigo”.
Recuerdas que vencimos la envidia de varias personas, y que éstas sin pensarlo, terminaron uniéndonos y generando el primer contacto físico.
Basto con un “mucho gusto” para que nos diéramos cuenta que realmente esas miradas se tenían que traducir en palabras, en caricias, besos y abrazos. Sin embargo, la timidez nos agobiaba y aunque ya nos habíamos dado un apretón de manos, y habíamos escuchado nuestras voces, no era suficiente para sostener una conversación.
Seguía perturbado por tu mirada piadosa, mientras caminábamos por aquel parque del vino que nos traía recuerdos. No quería suspender el ritmo del aire con mis palabras torpes y mal obradas. Me dolía el corazón, quería que instantáneamente hubiera una muerte súbita de sentimientos, y dejará de sentir todo el amor que estaba mal enfocado hacia tí. Rompiste el silencio con palabras de admiración hacia mi, pero no te dabas cuenta que lo que menos necesitaba eran tus palabras compasivas, ya que únicamente me clavaban una estaca en aquello que llamamos orgullo y que muchas veces duele más que el mismo corazón.
Después de aquel apretón de manos, tu voz quedó grabada en mis oídos. Quería seguir escuchándote hasta el fin de la madrugada. De un momento a otro te esfumaste sin dejar rastro, y sentí la impotencia más absurda, así que me refugié en el licor y en conversaciones con otras personas que realmente no me llenaban. Conversaciones iban y venían en mi cabeza, pero seguía obstinado en volver a escuchar tu voz, pero tristemente ésta se iba esfumando en mis oídos. Maldecía no haber sido más sociable y haberte dicho que nos tomáramos un trago...
¿Un trago?, en ese momento me hizo falta uno, así que me dirigí a la barra del lugar, y pedí otro vodka, que resultó siendo triple, porque por alguna razón desconocida le caí en gracia a la mujer que estaba atendiendo. Así que cuando recibía mi trago, escuché de nuevo tu voz, y quedé frío al saber que seguías ahí conmigo. Me miraste y observaste mi trago triple, y me dijiste en son de protesta: “¿Es que tu tienes corona?”. Sonreí y te dije que sí. No fui capaz de hablar un sola palabra más. Torpemente sólo podía sonreír, hasta que tú me seguiste hablando e indagando por mi tono de voz y sobre qué hacía en ese lugar. Inmediatamente supiste que no era parte de allí...
Paramos más adelante del parque, bajo una avenida en donde pasaba mi bus. La verdad no entendía lo que decías. Tratabas de hacerme pensar en otras cosas, pero en lo único que pensaba era en qué iba a hacer sin tí, bajo esa ciudad que me absorbía ferozmente. Me sentía vulnerable y tenía temor por sentirme sólo. Me había acostumbrado a tí, y deseaba seguir queriéndote, porque no me cabía en la cabeza tener que dejarte, y volver a la nada, porque nunca me preocupé por construir algo para mi. Durante todo este tiempo, sólo pensé en tí y en hacerte feliz. Despreciaste mis esfuerzos, y no podía hacer nada. Como tú me dijiste, tenía que seguir la vida, sin ti. Sólo...
Le agradecí infinitamente a la mujer de la barra, porque sin ella no hubiera podido conocerte. La música seguía guiando nuestros sentidos, y las miradas se volvían más repetidas. Me sentía afortunado de sentirte cerca, y me olvidé del mundo, para convertirte en el mío. Bailamos muy de cerca, y ya podía sentir tus brazos, tu pecho, tu respiración.... Sentí tu mirada más cerca, y otra vez torpemente solo podía sonreír, hasta que por arrebato, te bese...
A dos cuadras venía mi bus, quería besarte como siempre lo hacía, pero ya las cosas no eran las mismas. Me quisiste abrazar antes de partir, pero me rehusé a sentirte tan cerca, me dolía toda acción hacia a mi. Mi cuerpo respondió con una lágrima y me aparte de allí rápidamente para que no me vieras llorar. Te vi desde la ventana regresando hacia aquel parque del vino, pero no podía hacer nada porque claramente ahora me mortificabas con tu presencia...
3 comentarios:
SIN PALABRAS...
sinceramente sincero, simplemente simple, perfectamente perfecto!!! :)
¿a kién me recordará?
Publicar un comentario