Bogotá!
Seguía caminando tus calles repletas de afanadas personas, muchas veces sin un norte. Tus avenidas, tus parques, tus monumentos, dejaron de ser ajenos a mí, y se convirtieron en parte de la cotidianidad. Era difícil acostumbrarse a vivir sólo en la capital, y esta vez si era en serio aquello de la soledad en esta fría ciudad. Después de haber firmado mi pacto de soledad, me dirigí a tus calles, para enfrentarme de una vez por todas con lo que desde un inicio había querido. Quería eliminar la barrera entre tu y yo, adentrarme en tus fibras mas escondidas y conocerte...saber si realmente eras esa nevera que muchos dicen que eres, sentir el frío de tu presencia, saborear tus colores oscurecidos por tu gente. Quería saber que se sentía sobrevivir en esta selva de cemento, llamada Bogotá.
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